lunes, 31 de marzo de 2008

El camino del quetzal

Llegamos a Ciudad de Panamá a bordo de una avioneta que saltaba de isla en isla transportando pasajeros. Desde allí nos dirigimos a Pedasí, en la costa del Pacífico, donde esperábamos contemplar el desove de las tortugas.

Una visita nocturna a la playa requiere vestimenta de manga larga y rociarse con una generosa cantidad de repelente para mosquitos; así protegidos, nos adentramos en el manglar formando una fila india que siguió al guía hasta la barca que nos permitiría acercarnos a nuestro objetivo.

Recorrer la playa en la oscuridad más absoluta era como caminar sobre una cinta: teníamos la sensación de no avanzar absolutamente nada. Pero llegamos, y lo hicimos a tiempo de ver a una tortuga que volvía al mar después de haber dejado su puesta enterrada en la arena. Poco después, tuvimos la oportunidad de ver como otra ponía los huevos y lloraba al alejarse hacia la orilla. Fue muy emocionante.

Durante la marcha nos habíamos cruzado con grupos de personas que andaban en silencio acarreando sacos. Más tarde, nos enteramos que se ganan la vida vendiendo los huevos de las tortugas. Se dice que hay un acuerdo por el que se entrega a los viveros el 10% de los huevos recogidos, y que eso garantiza la viabilidad de la especie. Por si acaso, enterramos diez docenas de huevos en aquella inmensa playa, de la que sólo un kilómetro está protegido.


Se dice que en Isla Iguana se puede ver la mayor concentración de tijeretas y de cangrejos, que tienen la suerte de necesitar poca carne y por eso subsisten.


El Festival Nacional de la Mejorana de Guararé es impresionante. Música, bullicio, ron, cerveza y mucho calor. Muchísimo calor. Beber y sudar.

La mejorana es un instrumento típico de Panamá, una pequeña guitarra de cinco cuerdas utilizada en la música tradicional, en cuya exaltación se celebra el Festival. Además de una suelta de toros en una plaza hecha con carros, el plato principal de la fiesta es el desfile de carretas tiradas por cebúes, evento al que concurren representantes de todas las etnias panameñas.

Dejamos el 4x4 en la población de David. Desde allí, un autobús nos llevaría al otro lado de la montaña, en busca de alguien que nos condujera hasta la cima del Volcán Barú.



Esta montaña de 3.474 m de altura, la máxima elevación en el país, da nombre al Parque Nacional Volcán Barú. Desde la cima de este volcán extinto se pueden divisar los océanos Atlántico y Pacífico y gran parte de la región oriental de Panamá. En estas tierras de espesos bosques se han registrado unas 250 especies de aves y cinco de felinos.


Nuestra intención era observar al quetzal mientras recorriamos la ruta que desciende del volcán por la parte opuesta, conocido como el camino del quetzal. El paisaje es una maravilla y la ruta preciosa pero no vimos ningún ave de esta especie: nos dijeron que no era la época más adecuada.





A partir de aquí nos quedaba disfrutar de los tres últimos días de viaje, los que dedicaríamos a la provincia de Bocas de Toro, visitando unas islas a las que teníamos que llegar en barco desde el pueblo de Almirante.

1 comentario:

Jorge Ramiro dijo...

Para los que disfrutamos mucho de los viajes esta bueno poder llegar a distintos sitios. Por eso me fascina el hecho de poder descubrir distintos lugares cuando tengo la oportunidad. Desde hace un tiempo que quiero obtener Vuelos a Buenos Aires desde Ushuaia